viernes, 21 de marzo de 2008

EL GENERO EN LA CONSTRUCCION DE LAS OFELIAS

El artículo corresponde a una sección del quinto capítulo (Conclusiones) de una tesis para optar al grado académico de Magíster en Artes con mención en Dirección Teatral en la Universidad de Chile. La tesis fue defendida en Mayo de 2005. El título de la tesis es "Ofelia o el mal Imaginario".
Consiste en un análisis del personaje de Ofelia en tres obras dramáticas: "Hamlet" de William Shakespeare, "Ofelia o la madre muerta" de Marco Antonio De la Parra y "Die Hamletmaschine" De Heiner Muller. El análisis es realizado desde la teoría de género, como punto de partida, para concluir aplicando la teoría queer en el análisis de "Die Haletmaschine". La elección y el interés por el personaje de Ofelia dice relación con que la configuración de este personaje en su contexto original ("Hamlet" de Shakespeare) obedece a características arquetípicas del género femenino. De tal modo el estudio de la evolución de Ofelia a lo largo de sus reescrituras y a lo largo de la historia se emparenta con el estudio de la evolución del arquetipo femenino construido por la mirada masculina en la historia de occidente desde el siglo XVI hasta nuestros días.
De este modo se observa una evidente mutación en la construcción del personaje de Ofelia en cuanto a género se refiere, ya que desde una constitución fuertemente arraigada en la construcción cultural de la diferencia sexual se llega a un personaje independiente de los rasgos asociados al constructo género. Esto resulta evidente en una primera mirada ocurriendo en esta mutación del personaje algo que sugiere la obsolescencia o al menos la crisis de un concepto que ha operado durante siglos como categoría definitoria de las identidades en la cultura occidental. La crisis de la categoría de género evidente en la escritura de Müller acusa que este concepto ya no proporciona marco para realizar un análisis certero, en otras palabras la escritura de Müller manifiesta la posibilidad de que existan, al menos en el plano imaginario, universos sin género.
No deja de ser una idea perturbadora, cuando tradicionalmente la diferencia sexual ha sido una realidad clave en la ordenación de un cosmos bajo la hegemonía de la masculinidad y de otros poderes que han propuesto un sujeto/poder definido y bien delimitado. Pasa a enunciarse entonces además de la crisis del género, la crisis de un determinado sujeto eje del poder y del orden. Podemos afirmar esto por que la constitución del sujeto enunciador y constructor de realidades ha estado históricamente ligada a un género, el masculino. En la escritura de Müller, que seguramente sin proponérselo emparenta con las bases del postcolonialismo se plantea un sujeto de la enunciación no hegemónico, y lo más interesante de todo, un sujeto enunciador que renuncia al status de dominador. Sólo se conserva en el sujeto de esta escritura el poder de la palabra, o del discurso como último remanente de identidad pero no se ejerce dominación alguna por medio de la enunciación. La ostentación de la palabra opera entonces como rasgo asociado a la humanidad y a la voluntad, al dolor y al quejido más que al poder. De este modo la dislocación de las ecuaciones relativas al poder da como resultado una democratización de la palabra como facultad ligándola incluso al espacio de las víctimas. Se habla desde la derrota, desde el dolor y la ambigüedad, de modo que se deconstruye el binomio discurso/ poder que opera en la mayoría de las escrituras anteriores. Es necesario hacer notar que la operación descentramiento del discurso ocurre de modo efectivo y no se trata simplemente de una inversión del orden en tanto a género. Es decir, la palabra se hace cualidad de todo sujeto posible, no pasa simplemente desde un polo masculino a uno femenino.
La mencionada crisis del sujeto enunciador dice relación con una cualidad afín al estilo de la escritura en cuestión. Si en la estética del postmodernismo se considera fundamental el concepto de fragmento proponemos sumar a este, también en el plano estético, un nuevo tipo de sujeto post moderno que además de ostentar la cualidad de la fragmentación se caracteriza como un sujeto multitud (17). Este concepto, proveniente de la llamada teoría queer aparece como representante de la evidencia de la crisis de un sujeto de características únicas y definidas.
Si bien esta teoría se desenvuelve en el plano cercano a la acción política real y efectiva también se ocupa, en un sentido que podríamos llamar postmfeminista, de desnaturalizar de una vez por todas el concepto y las asociaciones relativas al género. En este sentido un aspecto interesante de la teoría queer es el considerar los géneros masculino y femenino tan sólo como códigos performativos desarraigados de toda lógica natural. En razón de esto, la mencionada teoría plantea que no debe ya existir un sólo sujeto de la enunciación de los discursos, cualquiera que este sea, ya que la hegemonía de un sujeto necesariamente genera exclusiones. Por el contrario se propone la existencia de un nuevo sujeto llamado multitud, apelando a la posibilidad de que cualquier identidad, aun una periférica, se conforme en sujeto de la enunciación con el mismo valor que una identidad central.

Daniela Cápona
Chile, Santiago (Actriz, Directora, Docente)

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